Artroscopia de rodilla

La artroscopia de rodilla es la técnica quirúrgica que nos permite a tratar lesiones dentro de la rodilla sin tener que hacer incisiones longitudinales para abrir la piel ni la cápsula articular. Entramos en la articulación de la rodilla con una mínima cámara de 4 milímetros de diámetro.

La artroscopia nos permite acceder, ver y examinar toda la articulación y resolver los problemas que existan; sin necesidad de grandes incisiones ni lesiones en los músculos. Esto hace que la recuperación del paciente sea más rápida y mejor, con menores riesgos que la cirugía abierta.

Podemos realizar las artroscopias de rodilla sólo con anestesia locoregional (similar a epidural), sin necesidad de anestesia general; y además, como una cirugía sin ingreso, sin ser necesario que el paciente permanezca una noche en el hospital. Esto aporta ventajas y comodidad al paciente.

Es una de las patologías más frecuentes de la rodilla y del aparato locomotor.

Son más frecuentes las meniscopatías internas o mediales que las externas o laterales.

El menisco es una estructura fibrocartilaginosa que puede romperse tras un traumatismo indirecto (más típico en gente joven) o sin traumatismo previo (más habitual en pacientes mayores de 50 años).

Son lesiones que producen dolor y limitación funcional de la rodilla. Pueden llegar a manifestarse con bloqueos articulares.

En la mayoría de los casos, el tratamiento aconsejado es la cirugía mediante artroscopia.

Son más habituales en pacientes jóvenes y normalmente se asocian a otras lesiones en la rodilla (ligamentosas, meniscales,…).

Para su diagnóstico utilizamos la combinación de exploración clínica, radiología simple y RNM.

Según la profundidad y el volumen de la lesión, el tratamiento puede variar: microfracturas, mosaicoplastia, implantes sintetizados mediante ingeniería tisular, trasplante de condrocitos, etc.

Bajo esta terminología incluimos todos aquellos problemas que afecten a la rótula en su relación con la tróclea femoral, con la que articula.

En muchos casos se trata de condromalacias rotulianas. Otras veces diagnosticamos síndromes de hiperpresión rotuliana.

Muchas de estas patologías pueden tratarse conservadoramente, a pesar de que la cirugía artroscópica nos permite detectar anomalías y patologías no visibles con RNM y, a su vez, realizar ciertos tratamientos (alerotomías, facetectomías, denervaciones peri-rotulianas,…). En otras ocasiones requiere cirugía abierta para realización y estabilización.

Los llamamos también “ratones articulares” por su capacidad de moverse dentro de la articulación y detenerse en ciertas zonas, provocando dolor y bloqueos articulares.
La mayoría proceden de lesiones cartilaginosas, de las que se desprende un fragmento, quedando libre en la articulación.

El diagnóstico es básicamente clínico (síntomas y exploración) y en la mayoría de los casos la RNM no nos ayuda.

La cirugía artroscópica permite la detección y extracción del cuerpo libre, así como el tratamiento de la lesión cartilaginosa de la que deriva.

Se trata de un tejido más grueso y duro que está presente en el tejido sinovial de manera habitual. Coincidiendo con algún traumatismo, puede aumentar de tamaño y producir un problema de roce con el cartílago.
Su localización más frecuente es la zona interna y anterior de la rodilla. El diagnóstico se lleva a cabo mediante la exploración física y a veces puede confundirse con un problema meniscal.

Cuando los tratamientos anti-inflamatorios no son efectivos, la resección artroscópica de esta estructura es efectiva.

La limpieza articular o “toilette” puede aportar cierta mejoría del dolor y los bloqueos articulares. Los resultados satisfactorios de esta técnica no suelen mantenerse a largo plazo.
La artroscopia puede aconsejarse en los casos de artrosis leves o moderadas, en las que encontramos con frecuencia roturas meniscales degenerativas.
Es la situación que se produce en los pacientes a los que se les ha extirpado el menisco y que con el paso del tiempo, refieren dolor con la carga en el compartimento articular afecto.
Cuando establecemos que la causa del dolor es la ausencia del menisco, y siempre que no existan cambios degenerativos en el cartílago articular, es una opción eficaz.

Las alternativas en cuanto a los implantes utilizados son: sintéticos o los procedentes del banco de tejidos. En ambos casos, se suele utilizar la cirugía artroscópica.